Una habitación propia - Virginia Woolf



FICHA TÉCNICA: 
Una habitación propia (Spanish Edition) - Kindle edition by Woolf ...


Nombre: Una habitación propia
Autor: Virginia Woolf
País: Inglaterra
Fecha de publicación: 1929




"Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas".


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¡ATENCIÓN: ESTA RESEÑA ESTÁ LLENA DE SPOILRES! (Aunque me parece que todas mis reseñas contienen spoilers, hablo hasta por los codos).



Este ensayo está basado en dos conferencias dadas en octubre de 1928 en la Sociedad Literaria de Newham y la Odtaa de Girton. A Virgina Woolf le propusieron dar una serie de charlas sobre el tema de la mujer y la novela. Su conclusión fue básicamente que una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas. ¿Cómo llegó a esa conclusión? Nos da un recorrido a todos los aspectos que consideró para que esa idea se convirtiera en una obra que revela la evolución de su pensamiento feminista en relación con la literatura. 



¿Cómo abordar ese tema? Se preguntaba Virgina constantemente. Tal vez algunas menciones sobre autoras importantes y sus obras hubiera sido suficiente, o hablar de los libros que se han escrito acerca de mujeres; pero aun así no llegaría a una conclusión. Y es así como nos deja entrar en su proceso creativo en días anteriores a la conferencia. 


"Era un bedel; yo era una mujer. Sólo los «fellows» y los «scholars» pueden pisar el césped; la grava era el lugar que me correspondía". 



"Me encontraba ya ante la puerta que conduce a la biblioteca misma. Sin duda la abrí, pues instantáneamente surgió, como un ángel guardián, cortándome el paso con un revoloteo de ropajes negros en lugar de alas blancas, un caballero disgustado, plateado, amable, que en voz queda sintió comunicarme, haciéndome señal de retroceder, que no se admite a las señoras en la biblioteca más que acompañadas de un «fellow»  o provistas de una carta de presentación".



"Brevemente, pues, le hablé a Miss Seton de los albañiles que habían estado trabajando todos aquellos años en el tejado de la capilla; y de los reyes, reinas y nobles cargados de oro y plata que echaban a paladas en la tierra; y le conté que más tarde habían venido los grandes magnates de nuestro tiempo y habían enterrado cheques y oligaciones donde otros habían enterrado lingotes y toscos pedazos de oro. Todo eso se hallaba enterrado debajo de los colegios de la otra parte de la ciudad, dije, pero debajo del colegio en que nos encontramos ahora, ¿qué hay debajo de sus valientes ladrillos rojos y de la hierba sin cuidar de sus jardines? ¿Qué fuerza se esconde tras la vajilla sencilla en que hemos cenado y (esto se me escapó antes de que pudiera impedirlo) tras la carne de vaca, el flan y las ciruelas pasas?"

Quisiera vivir para estudiar, no estudiar para vivir. Sir Francis ...



Es aquí donde empieza a mostrarnos el significado que tenía la pobreza en las mujeres. 



"¿Qué habían estado haciendo nuestras madres para no tener bienes que dejarnos?. Observa unas fotografías en la repisa de la chimenea y piensa que posiblemente era la madre de alguna de ellas. ¿Qué había sido de ella? "Quizás había sido una juerguista en sus horas libres (su marido, un ministro de la Iglesia, le había dado trece hijos), pero en tal caso su vida alegre y disipada había dejado muy pocas huellas de placer en su cara. Ahora bien, si se hubiera convertido en fabricante de seda o magnate de la Bolsa, si hubiera dejado dos o trescientas mil libras a Ferham, aquella noche hubiéramos podido estar sentadas confortablemente y el tema de nuestra charla quizás hubiera sido arqueología, botánica, antropología, física, la naturaleza del átomo, matemáticas, astronomía, relatividad o geografía. Si por fortuna Mrs. Seton y su madre y la madre de ésta hubieran aprendido el gran arte de hacer dinero, como sus padres y sus abuelos antes que éstos, para fundar cátedras y auxiliarías, y premios, y becas apropiadas para el uso de su propio sexo, quizás hubiéramos cenado muy aceptablemente allí arriba un ave y una botellita de vino; quizás hubiéramos esperado, sin una confianza exagerada, disfrutar de una vida agradable y honorable transcurrida al amparo de una de las profesiones generosamente financiadas".

Virginia hace alusión a lo que pudo haber ocurrido si sus madres y abuelas hubieran podido hacer dinero propio. De ese manera los colegios para mujeres como el Ferham (al que ella pertenecía) tendrían mejores condiciones. Aun con todo eso se replantea la situación y menciona que probablemente cada centavo que ganaran, se les habría quitado y utilizado según las sabias decisiones de sus maridos y así fundar una beca o financiar una auxiliaría para colegios de varones. 

Después de recordar todo lo sucedido en ese día, piensa una serie de preguntas "¿Por qué los hombres bebían vino y las mujeres agua? ¿Por qué era un sexo tan prospero y el otro tan pobre? ¿Qué efecto tiene la pobreza sobre la novela?¿Qué condiciones son necesarias a la creación de obras de arte?"

Al día siguiente se dirige hacia el British Museum a buscar información en la literatura que la pueda ayudar a despejar esas dudas.

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Pero al encontrarse con la lista de los títulos para escoger, se da cuenta de la inmensidad de libros escritos por hombres sobre las mujeres, y por alguna razón, las mujeres no escriben sobre los hombres. "¿Tenéis alguna nocion de cuantos libros se escriben al año sobre las mujeres? ¿Tenéis alguna noción de cuantos están escritos por hombres? ¿Os dais cuenta de que sois quizás el animal más discutido del universo?



Se da cuenta de que todos esos libros escritos por hombres sobre las mujeres (unos haciendo referencia a su inferioridad y otros pensando lo contrario) no le sirven. Pensó, que todos esos autores de alguna manera estaban furiosos. Principalmente un profesor Von X al escribir su obra titulada La inferioridad mental, moral y física del sexo femenino. Lo que necesitaba descubrir era por qué. 



Con esa duda decidió despejarse un poco e ir a un sitio a comer algo. Posterior a una serie de acontecimientos, tuvo al fin una respuesta. "Posiblemente, cuando el profesor insistía con demasiado énfasis sobre la inferioridad de las mujeres, no era la inferioridad de éstas lo que le preocupaba, sino s propia superioridad". 



"Viviendo como vivimos en una ilusión, quizá lo más importante para nosotros sea la confianza en nosotros mismos. Y cómo engendrar lo más de prisa posible esta cualidad imponderable y no obstante tan valiosa? Pensando que los demás son inferiores a nosotros. Creyendo que tenemos sobre la demás gente una superioridad innata, ya sea la riqueza, el rango, una nariz recta o un retrato de un abuelo pintado por Rommey, porque no tienen fin los patéticos recursos de la imaginación humana. De ahí la enorme importancia que tiene un patriarca, que debe conquistar, que debe gobernar, el creer que un gran numero de personas, la mitad de la especie humana, son por naturaleza inferiores a él.



Y así, Virginia Woolf nos deja en claro la necesidad del patriarcado de hacernos sentir inferiores a los hombres. "Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos del mágico y delicioso poder de reflejar una silueta del hombre de tamaño doble del natural".






Regresa a casa pensando que lo mejor sería continuar su búsqueda en la historia, de esa manera podría conocer cuáles eran las condiciones en las que vivían las mujeres en épocas pasadas. Tomó un libro de historia del estante, se llamaba Historia de Inglaterra del profesor Trevelyan. Éste decía resumidamente que el pegar a su mujer era un derecho del hombre, que las hijas debían casarse con el hombre sus padres habían decidido y si se negaba le pegaban y la encerraban bajo llave, el noviazgo se formalizaba cuando estaban en la cuna y el matrimonio cuando apenas habían dejado sus niñeras. Esto ocurrió según el profesor en 1470. Posteriormente (doscientos años mas tarde), las mujeres de clase alta eran las que tenían el privilegio de elegir a sus maridos y si su marido había sido asignado, era el amor y señor. Lo cierto es que, Woolf recuerda a las mujeres de la literatura, las que se encuentran en las grandes obras de esos escritores como: Clitemnestra, Antígora, Cleopatra, Lady Macbeth, Fedra, Gessida, Rosalinda, Desdémona, la duquesa de Malfi, Ana Karenina, Emma Bovary. Todo ellas eran heroicas, esplendidas , hermosas, poderosas. Pero en la vida real no se acercaban en absoluto a estas características. 



Se pregunta entonces por qué no hay nada escrito sobre las mujeres antes del siglo dieciocho, algo que pudiera mostrar cómo las educaban, si tenían una habitación propia, cuántas mujeres tenían hijos antes de cumplir veintiún años. Lo cierto es que a cualquier mujer en esta situación le habría resultado imposible tener el genio de Shakespeare en la época de Shakespeare. 



JUDITH, LA HERMANA DE SHAKESPEARE:



Virginia Woolf hace una fascinante descripción imaginando qué hubiera sucedido si Shakespeare hubiera tenido una hermana maravillosamente dotada, a la que llama Judith:



"Shakespeare, él, fue sin duda (su madre era una heredera) a la escuela secundaria, donde quizás aprendió latín (Ovidio, Virgilio, Horacio) y los elementos de la gramática y la lógica. Era, es sabido, un chico indómito que cazaba conejos en vedado, quizá mató algún ciervo y tuvo que casarse, quizás algo mas pronto de lo que hubiera decidido, con una mujer del vecindario que le dio un hijo un poco antes de lo debido. A raíz de esta aventura, marchó a Londres a buscar fortuna. Sentía, según parece inclinación hacia el teatro; empezó cuidando caballos en la entrada de los artistas. Encontró muy pronto trabajo en el teatro, tuvo éxito como actor, y vivió en el centro del universo, haciendo amistad con todo el mundo, practicando su arte en las tablas, ejercitando su ingenio en las calles y hallando incluso acceso al palacio de la reina. 

Entretanto, su dotadísima hermana, supongamos, se quedó en casa. Tenía el mismo espíritu de aventura, la misma imaginación, la misma ansia de ver el mundo que él. Pero no la mandaron a la escuela. No tuvo oportunidad de aprender la gramática ni la lógica, ya no digamos de leer a Horacio ni a Virgilio. De vez en cuando cogía un libro, uno de su hermano quizás, y leía unas cuantas paginas. Pero entonces entraban sus padres y le decían que se zurciera las medias o vigilara el guisado y no perdiera el tiempo con libros y papeles. Sin duda hablaban con firmeza, pero también con bondad, pues eran gente acomodada que conocía las condiciones de vida de las mujeres y querían a su hija; seguro que Judith era en realidad la niña de los ojos de su padre. 

Quizá garabateaba unas cuantas páginas a escondidas en un altillo lleno de manzanas, pero tenía buen cuidado de esconderlas o quemarlas. Pronto, sin embargo, antes de que cumpliera veinte años, planeaban casarla con el hijo de un comerciante en lanas del vecindario. Gritó que esta boda le era odiosa y por este motivo su padre le pegó con severidad. Luego paró de reñirla. Le rogó en cambio que no le hiriera, que no le avergonzara con el motivo de esta boda. Le daría un collar o unas bonitas enaguas, dijo; y había lágrimas en sus ojos. ¿Cómo podía Judith desobedecerle? ¿Cómo podía romperle el corazón? Sólo la fuerza de su talento la empujó a ello. Hizo un paquetito con sus cosas, una noche de verano se descolgó con una cuerda por la ventana de su habitación y tomó el camino de Londres.

Aún no había cumplido los diecisiete años. Los pájaros que cantaban en los setos no sentían la música más que ella. Tenía una gran facilidad, el mismo talento que su hermano, para captar la musicalidad de las palabras. Igual que él, sentía inclinación al teatro. Se colocó junto a la entrada de los artistas; quería actuar, dijo. Los hombres le rieron a la cara. El director (un hombre gordo con labios colgantes) soltó una risotada. Bramó algo sobre perritos que bailaban y mujeres que actuaban. Ninguna mujer, dijo, podía en modo alguno ser actriz. Insinuó… ya suponéis qué. Judith no pudo aprender el oficio de su elección. ¿Podía siquiera ir a cenar a una taberna o pasear por las calles a la medianoche? Sin embargo, ardía en ella el genio del arte, un genio ávido de alimentarse con abundancia del espectáculo de la vida de los hombres y las mujeres y del estudio de su modo de ser. 

Finalmente (pues era joven y se parecía curiosamente al poeta, con los mismos ojos grises y las mismas cejas arqueadas), finalmente Nick Greene, el actor-director, se apiadó de ella; se encontró encinta por obra de este caballero y (¿Quién puede medir el calor y la violencia de un corazón de poeta apresado y embrollado en un cuerpo de mujer?) se mató una noche de invierno y yace enterrada en una encrucijada donde ahora paran los autobuses, junto a la taberna del «Elephant and Castle»". 

Esta historia puede parecer muy exagerada, sin embargo para una mujer a principios del siglo diecinueve, estas circunstancias eran así.  Y no es hasta finales del siglo dieciocho cuando se empieza a ver un cambio: la mujer de la case media empezó a escribir. "Jane Austen hubiera debido colocar una corona sobre la tumba de Fanny Burney, y George Eliot rendir homenaje a la robusta sombra de Eliza Carter, la valiente anciana que ató una campana a la cabecera de su cama para poder despertarse temprano y estudiar griego. Todas las mujeres juntas deberían echar flores sobre la tumba de Aphra Behn, que se encentra, escandalosamente pero justamente, en Westminster Abbey, porque fue ella quien conquistó para ella el derecho de decir lo que les parezca".  

Mujer escribiendo una carta Gerard Terborch | Imágenes divertidas ...


Leyendo algunos libros escritos por mujeres se da cuenta de que ahora el problema radica en lo que escriben y las constantes criticas a las que se ven sometidas por no escribir sobre tales situaciones "Este libro es importante porque trata de la guerra. Este otro es insignificante porque trata de los sentimientos de mujeres dentadas en un salón".  Es decir, a las mujeres se les pide que piensen como hombres. Y Jane Austen y Emily Brontë se atrevieron a hacer a un lado esas sentencias: escribe sobre esto, pienso esto. 



Después, al final de su recorrido por los estantes nota que hay libros escritos por mujeres y por hombres casi en la misma cantidad. Toma uno titulado La aventura de la vida escrito por Mary Carmichael. Se da cuenta que tiene algunos errores en su narrativa, pero no puede atreverse a decir que no era escritora dotada, porque está segura que lo es, sólo que escribía sin estar consciente de sí misma, una mujer que ha olvidado que es una mujer. Además, era su primer libro publicado y dice Woolf: "Démosle una habitación propia y quinientas libras al año, dejémosle decir lo que quiera y omitir la mitad de lo que ahora pone en su libro y el día menos pensado escribirá un libro mejor".



"Sería una lástima terrible que las mujeres escribieran como los hombres, o vivieran como los hombres, o se parecieran físicamente a los hombres".  Ella piensa que no es necesario encasillar una obra basándonos en quien lo escribió es hombre o mujer. Sería mucho mejor si se tuviera algo de ambos.



Para concluir, Virginia hace énfasis en que tener quinientas libras al año y una habitación con pestillo en la puerta es necesario para una mujer que desea escribir. Piensa que puede ser juzgada de parecer muy materialista pero menciona sus argumentos y es que son (así nos cueste aceptarlo) absolutamente verdaderos.

1) La teoría de que el genio poético sopla donde le place y tanto entre los pobres como entre los ricos, contiene poca verdad. Puesto que hay una larga lista de grandes poetas y de estos sólo tres no tenían formación universitaria. Y de estos tres sólo uno no disfrutaba de una posición bastante acomodada.

2) Debido a alguna falta de nuestro sistema social y económico, el poeta pobre no tiene hoy día, ni ha tenido durante los pasados doscientos años, la menor oportunidad.

3) La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos.

En las ultimas paginas Virginia Woolf nos alienta a escribir, escribir cualquier clase de libros, del tema que nos plazca. Espera que podamos tener el dinero suficiente para viajar y por supuesto que podamos tener una habitación propia. Nos dice que dejemos de poner excusas para no hacer grandes obras. Que esa mujer, la hermana de Shakespeare que ahora está enterrada. Ella que jamás escribió una palabra vive todavía. Vive en nosotras, en ti y en mí y en muchas mujeres que no están aquí porque están lavado los platos y poniendo a los niños en la cama. Vendrá si trabajamos por ella, y que hacer este trabajo, aun en la pobreza y la oscuridad, merece la pena.

...


Francamente, le tengo mucho cariño a este ensayo puesto que con él me inicie en el feminismo, y gracias a él pude comprender tantas cosas que aunque fue escrito hace ya muchos años y que afortunadamente los cambios que se han logrado son notorios, a pesar de eso falta mucho. Mientras sigan existiendo en el mundo personas que no tienen una habitación propia (porque estoy completamente segura que es así), y mientras el arte siga teniendo poca oportunidad, y mientras existan mujer artistas que carezcan de recursos para poder sobresalir, este ensayo seguirá plasmando la realidad.

Por ese motivo, si tu tienes una habitación propia y dinero, te invito a aprovechar al máximo ese valioso poder que tienes de escribir, viajar y estudiar lo que te guste. (ya sé que me dirás que tú gastas tu dinero en lo que a ti te parezca) Lo sé, tu dinero y tu habitación puedes manejarlas como a ti te convenga. Pero si te gusta escribir, y tienes la oportunidad, HÁZLO. Escribe, escribe lo que tú quieras.

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